“Razón tienen los sabios cuando han dicho que no se debe aceptar el arrepentimiento de los ladrones y de los usureros, si no devuelven cuanto han usurpado”
Talmud Bava Kamá
El perjuicio que genero a otros con mis actos no termina con el arrepentimiento, por más sincero que sea; no se soluciona con una disculpa, ni se extingue con el olvido. El daño que ocasiono con mis maniobras es como una carga ominosa que pasa de mano en mano y no se detiene hasta que yo, como causante la asuma y lo solucione. Pedir perdón es nada más que una tentativa de escape ante las consecuencias de mis acciones, es tratar de evadir mi responsabilidad personal ante los demás y ante mi mismo. Pedir perdón es un intento desesperado de negociar, sin costo para mí, la impunidad para mis conductas dolosas.
Asumir las consecuencias de mis actos es, entre otras cosas, devolver lo que he arrebatado al otro. No significa reponer objetos o dinero solamente, devolver implica restituir la dignidad a los perjudicados, sólo así me la estaré restituyendo a mi mismo.
TOMO PARA MÍ, CON VALENTÍA Y DIGNIDAD LA RESPONSABILIDAD DE MIS ACTOS. AL AFRONTAR SUS CONSECUENCIAS, CREZCO COMO PERSONA Y CONSTRUYO, DESDE MI ENTORNO INMEDIATO, UN MUNDO MÁS JUSTO PARA TODOS
Con afecto: Felipe