jueves, 4 de diciembre de 2008

EDUCACIÓN Y ALIENTO


"En la educación actual de los niños se dan por lo menos diez reprensiones por cada alabanza. Con ello no se fomenta sino que se frena el desarrollo pleno de la autoconciencia"

Peter Lauster en "Seguridad en sí mismo"


No es nueva la idea pedagógica según la cual el premio reafirma conductas y el castigo las desalienta. A inicios del siglo pasado, un médico soviético, el doctor Pavlov experimentó con animales lo que él llamó reflejo condicionado. Sin embargo, no voy a referirme a ese "modo" por el cual se puede reforzar ciertos comportamientos pues la educación es mucho más que premio y castigo.


Educar a un niño a o un adolescente es crear en lo más profundo de su mente una fuerte disposición a tener conciencia de sí mismo. Esto es, alentarlo a que se autovalore, se pregunte a sí mismo sobre sus pensamientos, costumbres y actitudes y pueda tomar responsabilidad total de sus conductas.


Lo otro es mantenerlo como eterno inocente, pues su vida estará mediada por las retribuciones o las sanciones, y con dificultad podrá aceptar como suyos los resultados de sus propias acciones.


El castigo, así sea aplicado solo como un "reforzador negativo", es decir como una manera disfrazada de sanción, siempre atentará contra las posibilidades de que niño o el adolescente crezca y madure. Las palabras de aliento, muy por el contrario, servirán de motor para que él se sienta confiado en sus posibilidades y pueda acometer con seguridad el destino de ser una persona adulta.


RESUELVO HABLAR A LOS NIÑOS Y A LOS ADOLESCENTES CON PALABRAS DE ALIENTO, ASÍ LOS APOYO Y BRINDO SEGURIDAD, ASÍ ME REAFIRMO COMO ADULTO Y LOS CONDUZCO, AMOROSAMENTE HACIA UN DESTINO SALUDABLE.


Con afecto: Felipe

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